Lima está invadida de travestis, quienes ganan en número a las mujeres trabajadoras de la calle
Los tiempos han cambiado en Lima, ‘La ciudad de los reyes’ ha recuperado su masculino nombre y las travestís son quienes toman las calles; aquellas vías oscuras invadidas por los reyes de la noche, quienes cambian la corona por los tacones y la minifalda.
Hoy no son las mujeres boquitapintadas las que marcan su territorio. Es el hombre transformado quien reina en la noche. Conversan con Ajá.
Digamos que se llama ‘Paola’, que tiene 29 años y que desde hace 15 se gana la vida prostituyéndose.
Digamos que la encontramos escondida detrás de un kiosco por los alrededores del puente Quiñones en La Victoria; y con ella está ‘Kendra’, su casi adolescente compañera, regalándonos sonrisas y besos volados a discreción; contorneándose a la luz de los flashes y las miradas libidinosas de taxistas y parroquianos que se detienen para preguntarnos quiénes son y por qué las fotos.
Digamos que es noche de luna llena y que tras una breve conversación, ‘Paola’ acepta regalarnos un puñado de sus recuerdos.
Digamos que tiene miedo, que tras su sonrisa coloreada tiene varias historias que contar; relatos que le pertenecen y que esta noche nos compartirá.
Esta historia no la escribo yo solo, la escribo con ella. "Me dicen Paola, pero mi verdadero nombre es Pablo César. Tengo 29 años y nací en Trujillo. Hace 15 años vine a Lima con mis hermanos menores. A los 13 ya trabajaba en una peluquería como ayudante. Ganaba poco y la necesidad era mucha. A los 14 me prostituí por primera vez. Me ‘levantó’ un cliente y me llevó a la playa. Allí me sacó un arma y me obligó a tener relaciones. Fue traumático, pero tuve que reponerme. No tenía más alternativa", cuenta sin sonrojo. "Hace 15 años que salgo a las calles todas las madrugadas. Al principio me paraba en la avenida Arequipa, pero los serenos y la Policía terminaron por alejarme. Me vine al puente Quiñones y la situación es la misma. En una buena noche puedo sacar hasta 200 soles. ¿Si me gustaría dejar esta vida? Por supuesto. De hecho tengo un sueño. Sueño con vivir en Francia y tener mi propia peluquería. Sí, ese es mi sueño".
De la selva. ‘Kendra’ tiene 19 años y es de Iquitos. Tiene el espíritu alegre, la risa fácil. De rato en rato se retoca el maquillaje, se acomoda los enormes tacos y se baja el diminuto vestido negro que aprieta cada rincón de su trabajada figura. "Voy al gimnasio todos los días. Y tomo mucho jugo de naranja. Todo lo que ves me ha costado mi plata. La nariz, los senos, el poto. Y nada de aceite de avión, estas son prótesis de las buenas", responde coqueta cuando le preguntamos por sus secretos de belleza. Franchesca, la reportera gráfica, le pide que sea más natural, que no se quiebre tanto. Es inútil. ‘Kendra’ posa con osadía y enamora a la cámara. "Luego me pasas las fotos. Seguro que le van a gustar a mi marido", señala risueña.
Un patrullero del serenazgo hace su aparición y les pide que avancen, que circulen, que no se queden paradas. Le explicamos que estamos haciendo unas fotos para el periódico, una nota sobre la prostitución en Lima. Los serenos sonríen. "Ahora van a ser famosas", dicen, mientras encienden sus circulinas y nos dan cinco minutos para terminar con nuestra chamba. "Si andamos en grupo es para protegernos. Acá todas nos conocemos. No somos amigas, pero tenemos que estar unidas. Antes nos defendíamos de los pituquitos que venían en mancha a golpearnos. Ahora lo hacemos de los serenos", afirma ‘Paola’. "Una vez me golpearon tan duro que acabé en el hospital. Estaba jovencita. Más joven que ahora (ríe). Las chicas con las que comencé en el 98 ya no están. Algunas se plantaron, otras se fueron al extranjero a trabajar, a emprender sus propios negocios. Yo me fui quedando por uno u otro motivo. Tenía una familia que mantener. ¿Que qué piensa mi familia? Ellos saben a lo que me dedico".
Un patrullero del serenazgo hace su aparición y les pide que avancen, que circulen, que no se queden paradas. Le explicamos que estamos haciendo unas fotos para el periódico, una nota sobre la prostitución en Lima. Los serenos sonríen. "Ahora van a ser famosas", dicen, mientras encienden sus circulinas y nos dan cinco minutos para terminar con nuestra chamba. "Si andamos en grupo es para protegernos. Acá todas nos conocemos. No somos amigas, pero tenemos que estar unidas. Antes nos defendíamos de los pituquitos que venían en mancha a golpearnos. Ahora lo hacemos de los serenos", afirma ‘Paola’. "Una vez me golpearon tan duro que acabé en el hospital. Estaba jovencita. Más joven que ahora (ríe). Las chicas con las que comencé en el 98 ya no están. Algunas se plantaron, otras se fueron al extranjero a trabajar, a emprender sus propios negocios. Yo me fui quedando por uno u otro motivo. Tenía una familia que mantener. ¿Que qué piensa mi familia? Ellos saben a lo que me dedico".
Un duro testimonio de ‘Paola’, quien afronta la vida de una manera peculiar pero sincera. "Al principio fue chocante, pero ahora lo aceptan. Dicen que es mi vida. Que yo sé lo que hago. Igual se preocupan y me llaman de cuando en cuando. Ahora paro con ‘Kendra’. Ella es muy joven y está aprendiendo a vivir. La ‘maricona’ dice estar enamorada, pero todas las semanas se ilusiona y se desilusiona. Yo prefiero no tener pareja. Los hombres son unos vivos, unos sangrones. Pero ahora no quiero hablar de ello. Digamos que tuve mala suerte. ¿Si creo en la unión civil homosexual? No lo sé. En esas discusiones no me meto. Yo me siento libre, eso es lo que importa ¿no?", señala ufanándose de su cancha en las artes amatorias. Ella es. ‘Kendra’ enciende su celular en modo de radio. Un regaeton suena de fondo. "Me gusta divertirme. Salir a bailar. Pero sólo voy al Legendaris. Nunca al Centro de Lima. Las mariconas de allá son mancheras y bagres, además de peperas. En la discoteca, cuando no te conocen, te pegan, te arañan, te hacen daño", remarca con sobresalto. En la radio, el disjockey dice: "hoy es noche de bebitas". Nunca más acertado. Todos reímos. "Se acabó el paseo. Supongo que nos invitarán una hamburguesa, ¿mínimo, no?", pregunta ‘Kendra’, mientras se estira una vez más el diminuto vestido negro que lleva puesto. ‘Paola’ solo ríe y mira una vez más las fotos que acabamos de tomarles. "Me las quemas en un disco, por favor". Franchesca acepta y cumple su palabra al día siguiente. Le alcanza un billete a ‘Kendra’ y apenas tiene tiempo de despedirse. "Maricona, vámonos. Ha pasado una hora y no hemos hecho nada. ¿Qué vamos a llevar mañana a casa?". ‘Paola’ avanza a regañadientes. Se esconden detrás del kiosco donde las encontramos. Un patrullero pasa cerca de ellas y enciende su circulina. Ellas se sacan los tacos y desaparecen. "He visto de todo". "He atendido a futbolistas, actores y hasta políticos. Algunos clientes son unos enfermos. Si te contará (ríe). Cosas de la vida, papito. Antes era más alocada e iba donde me dijeran. Ahora me cuido más. Si veo tres hombres en un auto, no me acerco. ¿Si le tengo miedo a la muerte o a infectarme con alguna enfermedad? Claro que sí. Por eso me cuido y me hago la prueba de Elisa todos los meses. Además siempre llevo preservativos en mi cartera. Sí, le tengo miedo a la muerte, pero más miedo me produce morir y no cumplir con mis sueños. ¿Qué cuál es mi sueño? Bien rápido te olvidas, ¿no? Viajar a Francia y tener mi peluquería. Ese es mi sueño. Y lo voy a cumplir".
FUENTE: Web diario "Aja"
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