jueves, 20 de octubre de 2011

Mundo: Muxes


Desde tiempos antiguos en México ya había travestis.
Pedro Martínez da los últimos toques a su atuendo, tradicional de las mujeres zapotecas del sur de México, agregando flores a su colorido tocado, poniéndose un fondo de encaje bajo una falda bordada y colgándose un llamativo collar de monedas de oro.
“Cuando me visto así, mi papá dice: ‘Oh Pedro, te ves como tu mamá cuando era joven’”, comenta Martínez, de 28 años, mientras pega pestañas postizas a sus párpados frente al espejo.
Martínez pasó poco más de dos horas en el salón de belleza del que es propietario para arreglar su peinado, en los preparativos finales para el festival del fin de semana de los “muxes”, indígenas gay y travestis de Juchitán, que ya se han ganado cierto respeto en la sociedad machista de México.

Los muxes (que se pronuncia “mushes”), una mayoría descendientes de la etnia Zapoteca, son ampliamente respetados en el sureño poblado, en donde el baile y el desfile que corona a la reina travesti y celebra la cosecha, se han realizado sin falta anualmente en los últimos 33 años.
Antropólogos aseguran que la tradición gay entre la población indígena de México data de hace cientos de años, pero ha cobrado más fuerza en décadas recientes debido a los movimientos de orgullo y tolerancia.
Varias docenas de muxes reciben gustosos la bendición del sacerdote católico en una celebración especial, antes de unirse al resto de los travestis que vienen de fuera en una estridente fiesta el sábado en la noche.
Algunos muxes usan la vestimenta tradicional y muchos otros optan por largos y elegantes vestidos con tacones altos.
La fiesta, en la que fluyen ríos de cerveza, se extiende hasta el domingo en un desfile a lo largo del pueblo.
Algunos de los muxes, palabra zapoteca que se deriva del español “mujer”, se visten de mujer todo el año, mientras que otros gays lo hacen solo para festejar la fiesta anual.
La zona alrededor de Juchitán, un pueblo apacible cerca de la costa del Pacífico, tiene un historial con mujeres jugando un rol protagónico en la vida pública.
“La leyenda aquí es que las mamás piden un hijo homosexual para que en su vejez les pueda cuidar”, dijo Sergio Santamaría, un director de teatro de 56 años, mientras come sopa de iguana y tamales de maíz dulce, un desayuno típico.

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                                       Dorian Casablancas

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